El Alfil
Mi lanza se ha quebrado
y me perdí en la diagonal de los espejos.
Ya no soy el guardián.
¿Dónde sigue el camino?
¿En qué rincón me espera
la Dama de las Expiaciones
y su dádiva del amor imposible?
¿Cuál de mis manos debe abrirse y cerrarse
para guardar sus señas,
su ademán de caricias?
No lo sé, pero alguien me reclama
bajo un cielo impreciso.
Alguien que se vislumbra,
desde lo tenebroso,
como un último gesto
de adiós desesperado.
Beatriz Schaefer Peña- |