Al Sur, Montevideo

Señora resfriada, con aires de grandeza, bien educada.
Se fue a tomar un té con Santa Rosa y pasaron al olvido los paraguas
en los tachos de basura, al pie de un árbol, en mi jardín.
Ella es Montevideo, a cielo abierto como siempre
con canciones escritas en la rambla
con noches de lunes de poetas y de los otros.
Ella es así, se entrega al abrazo del encuentro
a las marchas que pueblan sus calles (aunque algunas no quisiera),
a esos estudiantes que sueñan sus promesas bien despiertos.
Y aquel que la visita y no regresa, le escribe mas poemas
que besos de devotos en la Iglesia.
Hay ausencias de voces, de pies que supieron recorrerla
de secretos a escondidas de lo azul y de lo verde.
Aun así, estimo que no faltarán jamás los niños en la plaza
los vendedores de estación, su luna clara
el viento sur en la escollera Sarandí
las viejas calles parecidas a La Habana.
Un café en un café, y las fotos en sepia de Troilo, de Gardel, de Julio Sosa
la cara pintada del murguista en el camión, yendo al tablado
el trueno del tambor Palermo abajo
los cuentos de Juceca.
Hoy estuve en el barrio de Falco, pisé los adoquines con ternura
sumergí mis manos en el aire y caminando calle abajo
así, sin saber cómo, silbé "Nostalgia", un poema gris de Benedetti
y le pedí al guarda dos boletos.

Gerardo Almada