Poema III
Al vuelo de campanas
supiste responder con voz de alondra
y fueron ellas tus eternas compañeras...
olas de verde-azul tu cuerpo lo rodearon
y espumas de níveas vestiduras te cubrieron,
algas de mil colores te escoltaron
y cantos de sirena te siguieron...
¿acaso la muerte puede ocultar tanta grandeza?
la muerte no existe
cuando a la par llevas la quimera y la estrella
en la frente por corona...
y rompes los moldes de hielos y ultratumbras;
el aire es aún dueño de tu voz,
las paredes blanquísimas te aprisionan,
tus pasos se escuchan por doquier,
y en una margarita blanca y fina
en abeja la besas y revuelas;
¿entonces, dónde estás?
está ahí, cercana,
a la orilla del camino,
en la yerba mojada que transpira,
en cada nueva nota que se escucha,
y en cada gorjeo del ave que se anida
nada mortal tiene tu esencia,
eres la vida misma trocada en mariposa...
tus alas puedan más que la borrasca,
remontas las cimas más abruptas
con ligereza nunca alcanzada,
y bajas majestuosa en la cascada
para entregarte en música y burbujas.
Feliscindo González- |