Amigo
No se en que recodo de la sangre
se congregó la chispa del milagro.
No sé si estaba escrito
o si la letra nació desde tu mano.
No sé si vos llegaste por la brisa
o si la brisa fue la excusa de encontrarnos.
Lo cierto es que la anchura de tu orilla
fue el elegido sitio del abrazo.
No sé si hubo llovizna o hubo estrellas
viento, neblina o temblor de pájaros.
Lo cierto es que quedó un rincón abierto
para ubicar tu nombre en mi costado.
Y somos desde entronces luz que vuelve
regreso, andén, complicidad y diálogo.
Esa secreta forma de la piedra
que se queda clavada en los zapatos.
Un reencuentro de sueños y miradas
trepando por la piel del calendario.
Horacio H. Groslindo- |