Días melancólicos

A veces pienso que siento amor de verdad, y mi corazón se levanta una vez más para latir, presiento que va a estallar de alegría y compasión.

Un sueño despierta mi alma para volver a nacer y explorar un mundo nuevo, para
sentirte a mi lado y poder contemplar tu belleza natural frente a este mundo tan
impregnado de vileza y confusión.

Como vislumbrando un paisaje de grandes prados, en donde las aguas de los  bellos
manantiales se deslizan suavemente por las imponentes rocas de cuerpo esbelto, las
flores bailando al compás del ritmo del viento, que las mece de un lado a otro, creando
una música apasionada y dulce, yo evoco con dulzura tu rostro cariñoso rodeado de un
encanto eterno.

Es tu sonrisa, el fulgor de tus ojos que penetra en mi alma cautivándola, tu pelo
encantado que domina ese espectáculo de hechizo y acorrala tu esplendoroso rostro con
un sinfín de ternura, lo que hace de mi alma un escenario que alberga nobles
sentimientos hacia ti, cubiertos de esperanza y pasión.

Espontánea es la alegría que despierta en mi corazón tu presencia, inundando el aire de
frescura y pureza, tan parecida a la que desprenden los inocentes pétalos de rosa en una
apacible noche de invierno, cubriendo el clima de serenidad y calma.

Tal vez sea simple y lacónico poema, pero fluyen en él todos mi sentimientos hacia ti,
no dejando en el camino ningún resabio de estos, sino guardándolos aquí para que lo
leas y comprendas mis pasiones…

Quiero expresarte lo que siento y hacerte saber lo que vales como mujer; aunque este
poema me hubiese agotado todo el papel del mundo no llegaría a describir toda la
belleza y grandeza que de tu ser emana…

Nicolás Borda-