Dominio
Necesito tener el alma mansa como una triste fiera dominada, complacerle con púas la tersura de su piel deslumbrada en mansedumbre. Es preciso domarla, que su fiebre no me tiemble en la sangre ni un minuto. Que la aneguen los fuegos del aceite más espeso de horror, y que resista. ¡Oh, mi alma suave y…