Cuentos

La Ruta de los Carros

De sentimiento patriotas, Carreros de Oficio

Juan Paulo Ávila y José Font

La Ruta de los Carros en las provincias de Chubut y Santa Cruz, aquellos caminos que el tiempo borró, dejando sin información a las generaciones actuales, pero que sin embargo quedan vivos recuerdos, de ese tiempo, en la mente de algún viejo paisano, ávido de dar a conocer esos recuerdos que pugnan por salir, dibujar esos caminos en medio de la nada, con las ruedas de los carros enterradas en el barro, que resultarían inimaginables para el momento actual que vive una era tecnológica como nunca.

Viejos carreros que con sus carros enormes y pesadas ruedas surcaron los campos patagónicos, marcando y señalando el camino y el rumbo a seguir, dejando como banderas enarboladas el sacrificio y el patriotismo, banderas rasgadas por el viento, pálidas por el sol de años, pero esperando que las generaciones actuales tomen la posta y sigan.

Son estos hombres, como tantos otros, los que protegieron la soberanía sin saberlo, pero con el conocimiento necesario para entender que la patria crece con el trabajo de su gente.

Aquel ha sido un tiempo de ruedas grandes y de hombres hacedores, constructores, hoy es otro tiempo, el de los decidores, hombres que hablan mucho y bien, que prometen a viva voz, pero al final nada se hace, nada se concreta, solamente quedan retumbando en el ambiente palabras que resuenan solamente.

Ojalá aquellos viejos, desde el lugar en el que se encuentren, impulsen a las generaciones presentes para que sean capaces de crear y construir, de decir y hacer, para que finalmente se logre de este modo la construcción del gran país que ellos soñaron.

Es más, pido, a ellos, me transmitan sus fuerzas para escribir este artículo con la capacidad y el entendimiento necesario para que con cada letra se vaya marcando nuevamente las huellas, el rastro dejado y se haga visible la Ruta de Los Carros.

La historia de la Patagonia es sin dudas, una de las mas ricas y la que más dificultades investigativas tiene, por cuanto los habitantes de los pueblos que la componen, y como ellos mismos suelen decir: “Nadie es de aquí, todo vinimos de algún lado del mundo”, y si bien hay muchos ciudadanos nacidos en estas ciudades patagónicas, ellos han crecido en medio de la cultura hogareña, aprendiendo las enseñanzas de los mayores y estas enseñanzas han sido y son, de acuerdo al lugar de origen de los progenitores, de modo tal que tenemos fiestas de todas las colectividades, de todas las provincias, pero no hay ninguna que muestre con fuerza la esencia de esta tierra, y que ponga el valor su propia identidad.

Hay habitantes de distintos países europeos y descendientes de estos, como también, y especialmente en los últimos tiempos, ciudadanos de distintos países de Asia; la presencia de Americanos de los distintos países del continente son fáciles de identificar. Pero, desde luego, una gran cantidad de habitantes, y especialmente en algunas sociedades patagónicas, mayoritariamente, hay habitantes y descendientes de provincias argentinas, también resultan fáciles de identificar por sus tonadas de origen.

De los habitantes de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, sobresalen notoriamente los de origen catamarqueños, que han poblado estas ciudades desde el comienzo mismo de la existencia de estos pueblos, de modo que son conocedores de la evolución que La Patagonia ha tenido.

Las historias de los hombres, en estas tierras, como en otras, se cruzan y aunque en la historia actual no hay ningún documento escrito, ni versión oral, al menos que yo haya visto o escuchado, que indique que los protagonistas de este relato hayan trabajado juntos. Sin duda estos dos hombres de la historia de la Patagonia de los primeros tiempos se han cruzado en algún momento. Dos hombres de profesiones idénticas y en la misma época, uno catamarqueño y el otro entrerriano, solamente se diferenciaban en que uno realizaba su trabajo dentro de la provincia de Chubut y el otro, hacia lo propio en la provincia de Santa Cruz, el oficio de carreros los unía.

Ambos transportaban cargas a los distintos pueblos de cada provincia, pero seguramente en algún momento tenían la necesidad de colaboración. La verdad que, en este momento pido permiso al lector, para dejar volar la imaginación, la que me lleva a ver a los dos hombres trabajando juntos, haciendo trasbordo de mercaderías, cuando estas eran para los pueblos del otro.

Uno de ellos, José Font, conocido popularmente como “Facón Grande”, por el gran cuchillo que solía usar, nacido en la provincia de Entre Ríos en el año 1883, y llegó a Santa Cruz aproximadamente en 1905, sobre él, el escritor Osvaldo Bayer lo definió como un hombre callado, cumplidor, era muy respetado por todos los estancieros debido a su honestidad y generosidad.

El otro, un catamarqueño D. Juan Paulo Ávila, oriundo del departamento de Tinogasta, llegado a Comodoro Rivadavia, y como dice su nieto, D. Felipe Ávila, quizá a finales del siglo XIX o cuando recién empezaba el siglo XX. Reunía las mismas condiciones que el entrerriano, cumplidor, respetuoso y generoso, muy respetado por esos motivos.

Los dos hombres han sido testigos de las dificultades de esos tiempos, de uno, el entrerriano, se ha investigado y se ha difundido su historia porque ha participado activamente y con fuerza durante la Huelga Obrera de 1921, enfrentando las fuerzas militares para defender al obrero rural, aunque él no era como sus defendidos, pues era propietarios de carros para transporte.

Del otro, del catamarqueño, no hay ninguna investigación realizada, esta debe ser la primera publicación que lo nombra y pone en valor su oficio y su sacrificio. Entonces no se conoce si ha tenido participación en esos movimientos obreros o no, o cual ha sido su actitud ante estos. Su nieto recuerda que de esas cosas se hablaban en su casa, pero que él era muy chico, no prestaba atención, y lamentaba no poder ayudar sobre este tema.

Pero más allá de la importancia de uno u otro, de la divulgación de la historia de uno o de otro, esta idea de mostrarlos juntos solamente quiere atestiguar, que los argentinos, de las distintas provincias, han realizado enormes sacrificios para que la Patagonia sea argentina definitivamente, porque hubo tiempos en que corría peligro de no serlo.

El Dr. Roberto José Suarez Samper, el primer nefrólogo de La Patagonia, amigo y socio de Osvaldo Bayer, escritor patagónico, ha sido fundamental en mi investigación de Catamarqueños en esta región, pues en una reunión mantenida, logramos acoplar o ensamblar, al menos así lo veo yo, la historia en general de La Patagonia, con la historia de los catamarqueños en esta región, que fue fundamental para el posicionamiento argentino y protección de la Soberanía. Él fue quien me contó de la existencia de la familia Ávila, una familia que dejó mucho en la Patagonia, en sindicatos, en YPF, en el deporte y, sin embargo, los catamarqueños ignorábamos todo esto.

Y sobre José Font, “Facón Grande”, el Dr. Samper, decía: “Durante la huelga obrera de 1921, Facón Grande, lideró y organizó por pedido de los peones rurales, quienes le dijeron, entre las muchas frases para convencerlo: “Usted que sabe hablar con los demás”, los movimientos obreros de la zona entre Puerto Deseado y Las Heras. El día 21 de diciembre se produjo un gran enfrentamiento armado entre el Ejercito Argentino, comandado por el Teniente Coronel Héctor Varela y los huelguistas dirigidos por ‘Facón Grande’, en esta confrontación hubo muertos y heridos de los dos bandos. Los huelguistas sobrevivientes se dirigieron o fueron trasladados a la estación de trenes de Jaramillo, lugar donde serían totalmente fusilados, y entre ellos estaba ‘Facón Grande’ quien después de muerto fue arrojado en el Cañadón de Los Muertos y sus bienes confiscados.

Fue vilmente traicionado, engañado y como hombre de bien, al caer en este engaño, antes de morir dijo: ‘Esto es una traición, así no se mata a un criollo”.

Es a partir de todos estos sucesos que la Estacion de Tren de Jaramillo, es considerado Sitio Histórico, aunque con ello no se devuelva la vida de nadie.

A ‘Facón Grande’ lo fusila un soldado, D Gabino Pérez, que, según su nieto, D. Sebastián Cifuentes, dice de su abuelo, cuando Osvaldo Bayer, en la película “El Regreso de Osvaldo Bayer”, le pregunta sobre la actitud del abuelo y el fusilamiento. “Bueno, quizá en este tiempo hubiésemos convencido al abuelo para que esté del lado de los peones rurales, pero en aquel tiempo mi abuelo era un soldado y obedecía órdenes”.

Este breve relato es apenas una pincelada de la historia de los carros, de la Ruta de los Carros, pero también de la Huelga de obreros rurales en la Patagonia en el año 1921, con el solo propósito de que los catamarqueños que vivimos en esta provincia, en particular y para los patagónicos en general, conozcamos a nuestros compatriotas y la actitud que tuvieron.

Esta es en general una parte de la historia argentina, nuestra historia; hagámonos cargo de ella.

 

            Oscar Hugo Alaniz-

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