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Paso a nivel

Mi madre es máquina,

lino,

leño.

Piernas chuecas,

surcos resecos.

Párpados caídos,

ojos achinados.

Ojos que se elevan

como aquellas albas

de humanidades inhóspitas,

anuncios de gallos.

 

Mi madre

ya no esta junto al viejo brasero,

masticando un chipaco,

ni sorbiendo mate cocido.

Tampoco sigue las huellas de alguna cabra

envuelta en su pañuelo blanco

entre el viento y la sequía.

Traquetea como aquel tren adolescente

que por la vía del llanto

la acarreó hasta la ciudad.

 

Pero mi madre,

sigue siento monte,

chañar y trabajo.

Fuerza productiva

hasta que llega la oración.

 

Y luego de un sueño sereno,

distante,

sus párpados se elevan

y las mañanas despiertan

un tanto más chuecas y achinadas.

Con sonidos férreos,

con palabras dulces y costuras alegres.

Una vida de paso a nivel.

 

Del libro «Pequeñas soledades»

Jorge Córdoba-

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