Albert Einstein, ateo confeso, se consideraba a sí mismo entre las filas de los hombres devotamente religiosos. ¿Qué significa entonces ser religioso? En esta obra, que retoma las Conferencias Einstein impartidas por Ronald Dworkin en la Universidad de Berna en 2011, se invita al lector a reconocer que muchas personas experimentan la misma paradoja del brillante físico alemán, pues la creencia en una divinidad sobrenatural es sólo una expresión posible del asombro frente a un mundo inabarcable, valioso y lleno de sentido.
Lo que une a teístas y ateos es mucho más grande que lo que tradicionalmente los separa: unos y otros experimentan lo sublime y lo doloroso, tienen fe en la verdad, se comprometen con la vida bien llevada y defienden el valor de sus convicciones, pues, afirma el jurista estadunidense, la religión es más profunda que la misma idea de dios.
Una religión sin dios, así, está disponible para todo aquel que ve en las consideraciones morales un sólido cimiento para edificar la propia vida. (Fondo de Cultura Económica)
Religión sin dios
