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Las afinidades electivas

Menos célebre que Fausto, esta novela gozaba de una especial estima por parte de Goethe. Al igual que Las desventuras del joven Werther, influyó sobre el comportamiento social de su época: impulsó a muchos a desear e incluso buscar el divorcio.
El matrimonio de Eduardo y Carlota lleva una vida señorial, exenta de franqueza y de amor, movida por las convenciones. En eso, llegan a su mansión dos huéspedes, Otilia y el capitán, que tendrán sendos amoríos con los cónyuges, amoríos muy distintos. El ménage à quatre influirá sobre el matrimonio de maneras insospechadas.
Sin una «moraleja» clara sobre el adulterio, Las afinidades electivas es reflejo de una etapa de la vida del autor, quien, tras casarse por conveniencia, empezó a tener aventuras con jovencitas. De hecho, el propio Goethe aseguró que la novela no tenía un solo trazo que él no hubiera vivido, aunque nada estaba escrito tal como había sucedido.
“Novela de la renuncia, pero no de la ciega obediencia, las afinidades deja un amplio margen al libre albedrío. En sus Diarios, Goethe cede con frecuencia al placer de contradecir sus opiniones previas y comenta que la obra trata de “un corazón que teme ser feliz”. La razón práctica llama a la renuncia, pero la dicha está en la transgresión. Gabinete de espejos encontrados, Las afinidades electivas no agota sus mensajes”.
De la nota introductoria de Juan Villoro. (Editorial Galerna)

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