Poemas

Piamonteses

Recuerdo aquellas manos enormes

curtidas por las heladas de julio,

los brazos hercúleos tostados

por largos veranos en el surco.

Veo todavía su espalda

encorvada sobre el Fordson

arando la Tierra Prometida.

Un hombre debe reconocer

su tiempo y su lugar,

aprovechar los días bajo el sol

que Dios le ha concedido.

Un hombre -como tantos-

tiene que hacerse reja

y volverse semilla

para los hijos por venir.

 

Poemas del libro del autor: Postales y Fotografías

 

Daniel Abelenda Bonnet-

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