La gran farsante
con placas de lata en el cerebro,
coronada por machimbres asquerosos
y telas desarrapadas,
la sola plural,
alquimista de tinieblas,
la que arrastra como una condena
la prole de su sangre interdicta,
mamacita de los cubos
que podrían algún día extraviarse,
cobrar formas y altura,
pensar a la distancia del origen y la ferocidad,
ay … si fuera posible…
Villa, favela, muchedumbre
que arracima sus cuerpos y sus almas
a espaldas del futuro,
con nebulosos solsticios de invierno
y descarados molinos de chapa
tañendo primaveras inexistentes.
Yo fui tu huésped y tu víctima.
Yo viví en colchones mugrosos rodeada de críos
allá, por San Martín arriba,
cuando la solidaridad era una sábana horizontal
que nos cubría y nos achataba,
cuando el preludio de la fuga
era una imposible aleación
que nos tronchaba manos y brazos,
piernas sin espacio,
aire distraído en su propia asfixia,
qué lugar le corresponde a la luz,
qué hacer con la palabra piedad,
cómo encontrar la punta del hilo
y tirar, tirar
para destejer la infamia,
para que sea digno el perdón que nos merecemos
por haber permitido tanto caos y tanto dolor
tanta indiferencia inconsciente,
tanta naturalidad envenenada…
Ay, si fuera posible…
Niños que se vuelvan niños
Y hombres que amplíen sus horizontes.
Escuelas, escuelas, hospitales.
Ay, si fuera posible.
El niño que ampara mi corazón
lo está esperando.
Nora Nani-