Díganle que la he querido,
que estoy entera, dolorosa,
inexacta, nítida,
que sigo siendo,
que estoy, no duermo.
Díganle que he sido sustancial,
incorpórea
y que en su cuerpo desgranado
se quedó conmigo
la necia costumbre de ahogarme.
Díganle, por favor,
cuando sea tarde
que le derrame la voz a las estrellas,
para que nazcan y el cielo no se encamorre,
como esta noche, mientras me marcho.
Díganle que la he querido,
que estoy desnuda, azuzada,
ovillada,
que estoy hendida,
y aún sigue latiendo fuerte
ese lugar casi extinto
en el dedo chico de su mano.
De Creaturas cotidianas
Jasmín Cacheux-