Cuesta tanto cada amanecer,
hay tanto dolor
en la gratuidad de esta luna diurna.
¿Por qué no quedar así
constelado de belleza
inexplicable,
erguido aún en donde estuve siempre
entre la nada y el asombro?
Por esta fragilidad
de hombre acabado
nada más que por confianza,
por estar en este mundo
y merecerlo.
Del libro Entre la nada y el asombro
Héctor Berenguer-