Empiezo a desear tu cuerpo, como
un lirio que sus hojas desvanece,
un agua mansa que es enredadera,
y se planta en mis inglés, y platica.
¡Qué bello es el ardor del Universo!
¡Qué bello el florecer de la penumbra!
Cantan, gimen los pájaros, los Fénix
al nuevo voltear de las campanas.
Resucitan el canto y la sonrisa,
en mi pubis se bañan las alondras,
y en mi pecho se posan las calandrias.
Mi cuerpo es como un valle de distancias,
itinerario lleno de compuertas
que se asoman temblando lentamente.
Teresa Domingo Catalá-