Poemas

Libros

A Higinio Gavilán

Señores, hago poesías, no las vendo.
Lo visible y lo no visible,
las leyes que liberan a los hombres
están en mis estrofas.
Las canto en las noches con grillos,
bajo el sol del mediodía,
junto a los repentinos aguaceros.
Mis poesías tienen las uñas largas,
los pasos largos y valientes.
Sus hombros son erectos, sus venas sanas,
sus ojos limpios como los míos.
Escribí dos mil años antes de nacer.
Guardo versos en los bolsillos de mis sacos,
en los escotes de mis vestidos
y bajo mis enaguas.
Ando por un camino
que termina donde comienza
un esplendente bosque.
Mis canciones son para los tristes y los dicharacheros,
los caídos y los libres,
los enfermos y los sanos,
los muertos y los resucitados.
Esperarán firmes a quienes partieron
hacia las latitudes gélidas de la muerte.
Sobre la mesa de luz hay nueve libros,
un jarabe de palabras y un portaplumas.
Descubro las palabras y empiezo a amanecer,
me vuelvo alborada.
Es mía la firma de todas las mañanas.

Delfina Acosta-

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