Paredes grises y un cielo
muy alto y azul profundo…
Un mundo, dentro del mundo,
hecho lágrima y desvelo.
Será de noche o de día?
Mañana o atardecer?
El sórdido padecer
se vuelve monotonía.
-“Doctor, estoy en sus manos!…”
clama el paciente en combate,
y el médico se debate
entre ser Dios y artesano.
Almas que imploran… No saben,
despojadas y desnudas,
descifrar en muecas mudas
el destino que les cabe.
Enfermeros, con premura,
secundan a hombres sabios…
La sonrisa de sus labios
dignifica la ternura.
En un cuarto solitario
la anciana dama… se muere!
Sus dedos fríos se adhieren
al Jesús de su rosario.
Y más allá en blanco lienzo,
indefensa y pequeñita,
una nueva vida grita!!
Eterno fin y comienzo…
Silvia L. de la Cal-
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