Siempre tomo como virtudes
los defectos del diablo
y me enamora la tentación,
en cada noche
que sombrea mi corazón,
que en cada latido se parte en dos,
con mis sueños entrecortados
que no me dejan dormir,
que son piezas de un rompecabezas
difícil de construir,
así se quiebra el espejo,
como por un rayo perdido
en la tormenta de la soledad,
la mano viene bien,
aparenta que el cielo al fin
se va a despejar,
voy a poder conectarme a la red satelital
y navegar,
hasta que todo termine
en un viaje de taxi por la mañana,
cuando la chusma saca la escoba
y se pone a barrer y a regar.
Martín Ojeda-