La roldana alza mis desvelos
enmudecidos a la sombra de su llanto,
cautela que cuida con recelo
de aquellos ojos que han perdido tal encanto.
Ventanas que ciernen al desconsuelo
sobrevuelan ilusiones en el camposanto,
inquebrantable hálito de vida siente anhelo,
por fluir algarabía aún en el quebranto.
Espejados ya mis sueños en el cielo
lentamente y con paciencia me adelanto,
con la fuerza que caracteriza a aquel riachuelo
le doy vida a lo que toco y entre tanto,
indomable como el agua del deshielo
todo el campo se cubre de Amarantos.
Soneto del libro Mora en el alma.
Bárbara Himmel-