Él desconocía completamente su tristeza,
incapaz de recordar
su tierno
origen de campos.
Por ello
es tan grande la rabia
del que descubre
el péndulo de sus escritos funerarios
en un desacierto inculcado
desde el primer brote.
Una vida agitada
y noche perdida
como la lejanía
de desarrollarse
tan lejos de su esencia natural.
Sin embargo,
ésta seguirá ahí,
aunque sólo sea en la transfiguración del dolor
que provocan las alambradas.
Poemas del libro Alambradas-
David Fernández Rivera-