Poemas

El olmo – IV

Él desconocía completamente su tristeza,

incapaz de recordar

su tierno

origen de campos.

 

Por ello

es tan grande la rabia

del que descubre

el péndulo de sus escritos funerarios

en un desacierto inculcado

desde el primer brote.

 

Una vida agitada

y noche perdida

como la lejanía

de desarrollarse

tan lejos de su esencia natural.

 

Sin embargo,

ésta seguirá ahí,

aunque sólo sea en la transfiguración del dolor

 

que provocan las alambradas.
Poemas del libro Alambradas-

 

David Fernández Rivera-

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