Poemas

Yo tuve novios del bosque y de la selva

Yo tuve novios del bosque y de la selva, de piel suave para acariciar y cobijarse; los hubo frescos como la lluvia y ásperos como higueras, algunos lánguidos y otros encendidos como las lenguas del infierno.
A todos los amé, y a veces los recuerdo. Los amé con ternura de madre y ardor de hembra. Los amé con dientes de telar y labios de cuchillo. Quería ser la dueña de sus cerebros y de sus corazones. A veces me ponían barreras, se negaban a abrirse, se cerraban como pimpollos o me huían.
Los seguía por peligrosos caminos hasta alcanzarlos y retenerlos en mis brazos. Se defendían de mí como podían, los que lograban huirme no miraban hacia atrás y los que atenazaba entre mis brazos, gritaban e imploraban. Yo pensaba, ¡¿Por qué no se rinden a mis caricias y a mi deseo?!
Hubo quienes se entregaron encantados y me adoraron como a una diosa, como a un panal, por un tiempo.
Aunque se refugiaban luego en mujeres de cartón o porcelana, los saboreé cuanto pude, horas o semanas o apenas el breve instante de un latido. Eso sí, yo quería todo de una vez y para siempre.
Sin embargo, todos sin excepción se guardaban algo de sí mismos, tal vez por miedo, tal vez por vanidad o vergüenza, no se entregaban del todo, retenían precisamente lo que más anhelaba y desconocía. Entonces, una suerte de delirio me brotó de lo más hondo del desamparo. !¿Por qué se guardan; qué se guardan?! grité y grité.  Fue cuando me nacieron garras; a los que alcancé les abrí el pecho, les separé las vértebras, y bebí la sangre tumultuosa de sus secretos corazones. Mas nunca encontré nada, y aún sigo buscando.

 

Elena Garritani-

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