Era la siesta
tibia y cálida,
las aves coloridas
trinaban sin cesar,
capullos traviesos
escondían levemente
al astro rey,
la arena mansamente
se humedecía,
y allí estaba yo
rodeado de un
paisaje increíble
Y cerca… tan cerca
de ti que torturabas
todo mi ser al
no reparar en mí.
José Alejandro Arce-