El amor que no se avergüenza
aunque parezca de hielo,
apenas le importa estar vivo,
tiene una casa en el cielo.
Puede volar cual paloma,
puede perderse en su vuelo
que siempre encuentra el camino
de la noche y del desvelo.
No teme de los misiles,
ni de flechas, ni de garras.
El amor que no se avergüenza
despliega al viento sus alas,
aunque le corten las puntas,
y lo destrocen las balas.
El amor que no se avergüenza
aún cuando se enfurece,
pues tratan de destruirlo
no mengua sino que crece.
No le mellan comentarios,
no lo destruyen las balas.
El amor que no se avergüenza
vuela aún sin tener alas.
Raibel Espinosa Rodríguez-