Hay días en los que sentado frente a la máquina de escribir,
pienso que estoy delante de un piano.
Los dedos se deslizan por el teclado intentando una pirueta.
Quisiera lograrlo:
ascender hasta la música y no caerme.
Pero debo confesar: mi espíritu se esfuerza
pero la virtud no llega.
Todo sigue blanco sobre el pentagrama en blanco;
pura vigilia bajo una luna estéril:
carencia que pudo haber sido fiesta,
promesa de ser lo que nunca podría,
vocación intacta, talento impotente,
pasión en fuga, lastimada.
Alfredo Lemon-
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