¿Qué hacer
con
la inmensidad
si estamos
acechando
el lentísimo juego
de lo vano?
Cuando
los secretos
nos lastimen
los labios,
entenderemos
que nada
tiene
nombre.
Y que los tormentos
más ardientes
son
un estéril resplandor
donde
los abismos
se transforman.
Carlos Cuccaro-