Cuando vichó al flaco Mico
que andaba atrás de la Chona,
una naifa gordinflona
carmín grueso en el hocico,
el rechifle mordió el pico
y levantó la bordona
de Inocencio Lamartona
que tiempo atrás fue milico;
y lo encaró al flaco Mico,
matraca, corneta, pito
en un carnaval de grito
que rejuntó la gilada,
surcó al aire la trompada
y algún flojo sopapito.
Y el fato aquel, mi amiguito,
no terminó de buen modo,
a los dos, codo con codo,
se los llevó otro milico;
y el tormentoso asuntito,
chimento pa la barriada,
como una escena pintada
por un curda, con grafito,
puso en la tarde un puntito
y una estampa de trapito
que se perdió tras la loma,
cuando con gozo infinito
encandiló a otro mocito
la boca infiel de la Chona.
Rodolfo Leiro-