Acaso, yo podría decirte, amiga mía,
que los dioses no existen ni existieron,
simples hombres astutos construyeron
por la pira que en miedo sometía,
cada espacio implorante de tu día,
los santos y los diablos compusieron.
hacia un mundo falaz que condujeron
la tropa que en cordero convertía;
cada paso que dabas y que urgía
concurrir al recinto que imponía
usarte en su provecho como zuda;
y en este rol de hablarte en poesía,
te lo digo en rigor de cofradía,
que sigas con tu fe, si ello te ayuda.
Notas del autor:
Zuda: máquina con que se saca el agua de mar para regar los campos
Construido a las 9.18 del 23 de agosto de 2012 para mi libro Hebras de Plata
Rodolfo Leiro-