El ladrón era corpulento: arrancó de cuajo la caja fuerte. Alto, por eso encontró en seguida las joyas del estante de arriba. Tenía la voz grave, firme: poco le costó que le dijera dónde estaban los verdes.
El atraco fue rápido: en minutos volteó cajones, bolsos, mochilas y carteras sobre la cama… Después el tipo se montó en su moto y se fue. Ella montó en cólera: no se animó a pedirle que se la volteara. Tenía un fierro…
Marcela Pedrieri-