Soñé con los profetas
los de la última cena…
Vi sus pechos ungidos con niebla
vi el júbilo melancólico de sus ojos
teñir el vino
Vi mi corazón en gajos
reconfortado con su ofrenda de navío
Oí la opresora hora de los relojes
en los campanarios
de un gallo viejo
Oí los golpes del llamado
a nuestra puerta
Oí las plegarias que salían a borbotones
de las lágrimas de María la resignada
Y sentí las ganas de Judas…
Y sentí las ganas de Pilatos…
Y sentí las ganas de Dios…
Afortunadamente los gritos
al unísono de mis hijos a media noche
evitaron el desastre…
despertándome
Mauricio Pérez Ruz-