Poemas

II

No sabes qué has muerto

vienes cada octubre a repetir el silencio con tu grave mirada.

Es una pena que el polvo no tenga brazos, padre

que intentes regalarme estrellas de besos desdentados.

Acércate, mira mi vientre de niña;

aún se sienten tibios los restos de tu furia.

No he dado a luz porque crecí en lo oscuro;

porque aprendí a confundir el amor,

con el rasguño de los demonios nocturnos,

que esperan quietos el sueño de sus hijas para amanecer de nuevo.

Por cada cicatriz hay un columpio bailando solo;

un gato recién nacido en una bolsa de plástico,

un cementerio infante, la física de la orfandad. esa pequeña eternidad donde ya nadie

duerme solo recuerda.

 

De La invención del silencio

Denisse Buendía Castañeda-

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