Me alejé,
dejé en las hojas del jardín
todas las máscaras,
caminé en oquedad
como un espantapájaros
de mimbre y ceniza.
Dejé mi sombra en la hiedra,
donde beben los mirlos.
Oculté las palabras.
Ya no padezco,
no tengo identidad.
Diligentes humanos me requieren
con sus trivialidades,
rituales,
aún me hablan,
no se dan cuenta que no existo.
Conozco el espacio del vacío,
profunda devastación del alma.
No puedo amar, ni odiar.
Una voz dice:
te buscaré,
te gritaré
del otro lado de los sueños.
Elena Caricati Pennella-