Llevaré flores a la esquina de un beso,
justo cuando el sol alumbra la alborada.
Y cruzaré la frontera que me separa de ti,
en vuelo al celeste azul de una mirada.
Para escribir tu nombre con el pistilo de una rosa,
en una página en blanco,
justo cuando se escuche la voz que perfuma la palabra.
Entonces subiré a una montaña de fuego,
aunque me queme el alma,
por salvar de las cenizas
una frase de amor que me regaló la mañana.
Osvaldo Pérez Díaz-