Poemas

La seda de tus hombros

Ya no temo a la muerte.

Me defienden tus manos y tus ojos.

 

Estoy tranquilo como un prado verde

donde sonríen los infantes de oro.

 

Ya no temo a la muerte;

Dios empieza en el canto de tus ojos.

 

Mi corazón se duerme

como un ciego en la llama de un sollozo.

 

Se alza la luna siempre

más allá de la seda de tus hombros…

 

Ángel Cruchaga-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *