Descalza
con una rosa sombría entre las manos
quemo mis pies, sobre las brasas.
Desgarro cada vestidura
hasta la desnudez secreta de los huesos.
Muerdo el agua que escurre, impiadosa
y sostengo el fruto maduro de la tarde.
Bebo el aire enrarecido en la noche del otoño
cuando los fantasmas
danzan sobre mis tatuajes
y lastiman.
Leonor Mauvecín-