Voy a salirme de la Vida.
Subrepticiamente.
He de dejar sobre la cama
mi vestido de huesos y carne.
Saldré de ella
y me quedaré en el camino
de los grillos,
en el último sol,
en la primera luna,
donde mueren las tardes.
Saldré sin hacer ruido:
ni mis pasos, ni mi perfume,
ni mis ideas, ni mi dolor…
ni mis caricias, ni mi boca…
todo dejará de ser una señal de mí.
No habrá llantos: los “¿muertos?” no lloramos.
Me iré de la Vida
y también me iré de la Muerte.
Quedaré entre ambas,
como nadie hasta ahora.
El silencio se apoderará de mí
y el árbol de mis palabras
vivirá su otoño más riguroso.
Cecilia Bigetti-