Con el vértigo asomando,
temblando en mar de olivos
sin límites,
entre el recuerdo y el olvido.
Deseo apetecido,
deseo recibido.
¿Qué más se puede pedir,
si en las manos encuentras el motivo?
Y dime amor,
¿por qué me acostumbre a no verte,
si en este momento echo de menos tus ojos?
y los presiento atrapados entre recuerdos.
Anoto los mil desencuentros
y te aparto entre papeles arrugados,
por no haber aprendido a decir lo que siento.
Y ahora me hallo en la cima,
con la vida mirando de reojo.
Y yo…, yo…, lamiendo mis heridas.
Tiempo malgastado
en los márgenes de la vida,
viendo como el tiempo perdido;
entre miedo y descuido,
convirtió mis días en esfuerzo inacabado.
Lola Fontecha- Jaén-