Poemas

Rosas para un perfecto Apocalipsis

-No llores mi cielo, por favor no te sientas mal ¿sí?

Pero ella no respondía.

-¿Qué sucede, mi amor? ¿Por qué no dejas de llorar?

¿Quién piensa realmente que alguien podría responder a preguntas tan insensatamente lógicas? Bueno, siendo sinceros, no eran tan lógicas en cierta forma. Jonás estaba casi completamente esquizofrénico por el shock que le causó el estar vivo entre tanta muerte y sufrimiento, y aún en su locura lo único que reconocía eran los recuerdos de su amada Clara. Si estuviese cuerdo en ese preciso momento tal vez pensaría cosas como: ¿Por qué tuve yo que sobrevivir al impacto? ¿Por qué nos hicieron esto? ¿Por qué no me llevó con ella?

Sí, ese sería el tipo de preguntas que se haría, pero no, él estaba atrapado en su pequeño y triste universo. Ese universo en el cual sólo veía reflejado ante sus ojos el último sentimiento que le transmitió Clara antes, claro, de que todo a su alrededor desapareciera.

Es bien sabido que una bomba atómica es capaz de desaparecer todo rastro de vida existente en el perímetro de la explosión producida por el impacto de la misma, pero aún nos restaba el gran misterio de cómo había hecho Jonás para sobrevivir a dicha explosión. ¿Qué gran milagro habrá sido el que le salvó? Sin embargo no es eso lo que nos incumbe, sino cuál será su destino a partir de este desdichado momento en el cual se encuentra completamente solo y abrazado a ese cuerpo sin vida, y cubierto por tierra a lo que ahora llamaba amor.

Aunque pareciera imposible, de repente la conciencia de Jonás volvió. Este abrió sus ojos y sintió como una lágrima se derramaba por su ojo y caía con sutil suavidad por su mejilla al tiempo que miraba el cuerpo ya sin vida de su amada y le susurraba con tristeza al oído: -Te extraño… no sé por qué me quedé aquí… por favor, ven y llévame contigo-

Finalmente decidió levantarse. Grande fue el aumento de su conmoción mental al notar que, a su alrededor, ya no quedaba nada más de una neblina de color rojo llameante que flotaba sin desvanecerse en un viento imparable que iba y venía sin rumbo alguno.

-En cierta forma creo que debería existir aún alguna forma de devolverte la vida Clara- dijo con esperanza en el rostro- no sé ni me importa cómo, pero te prometo que volveré con algo que te dé vida, paz y tranquilidad-

Dichas estas palabras, se fue. Caminaba sin rumbo alguno hacia ninguna parte, gritando cada tanto hacia ningún lugar:-¡Alguien me escucha! ¡Necesito ayuda! ¡Por favor!

Sin embargo, eran sólo exclamaciones vacías a las que, muy en el fondo sabía, nadie iba a contestar. Porque muy en el fondo ya tenía entendida la verdad de su situación. Que sabía que estaba completamente solo y que no podía encontrar paz porque no sabía cómo escapar de aquella situación, y en realidad tampoco quería escapar. Sólo quería buscar un milagro que le devolviera la vida a Clara.

Así siguió caminando sin rumbo, buscando dentro de los edificios destruidos, abandonados, sin salida. No lo entendía, pero por algún motivo en particular estaba buscando algún humano que aún estuviera con vida, cosa que a decir verdad, era bastante complicada.

Finalmente llegó a los límites de la ciudad en donde por fin logró dar con una leve señal de vida. Hierba, hierba que estaba seca y de un color gris, amargo a la vista. Pero en ese momento aires de felicidad entraron en su cabeza al ver que, más allá de la hierba gris, crecía un bello pasto verde el cual emanaba un increíble y fresco aroma a vida.

Entonces pensó:-Aquí tiene que ser, aquí podré encontrar a quien me ayude a revivirla-

Comenzó a caminar hacia el pasto verde, pero lamentablemente la esperanza volvió a apagarse cuando inesperadamente chocó contra las rejas de lo que parecía ser un portón perimetral. Aparentemente se trataba de un incidente de determinadas proporciones peligrosas, por lo cual se debió haber tomado esa decisión.

Apenado, Jonás decidió volver atrás con los ojos llenos de lágrimas al darse cuenta que la realidad era absoluta… se había quedado completamente solo.

Lo único que quería hacer era volver atrás y tratar de volver a encontrar el cuerpo inanimado de su amada. Aunque extrañamente al volver en el camino mientras pensaba cosas tales como:-¿Qué sentido tiene estar vivo si no puedo estar con ella? ¿Para qué seguir buscando la solución a algo que sé que no voy a encontrar por más que lo desee?

De la nada se topó, ya cuando comenzaba a oscurecerse el paisaje, con una luz de color rojo sangre que resplandecía en el rincón de un edificio cercano a donde se encontraba el cuerpo de Clara.

Se acercó para ver mejor lo que era, y aunque no muy satisfactoria y para su sorpresa, se encontró con un matorral de rosas color rojo sangre, las favoritas de Clara.

Con lágrimas en los ojos de las cuales ya casi no le quedaban muchas tampoco, tomó del matorral suficientes rosas como para formar un bello ramo.

Se acercó con cuidado al cuerpo de su amor y dejó, con suma suavidad, el ramo en su vientre.

Se recostó a su lado y metió la mano en su bolsillo. Tomó la mano de Clara e insertó en su delicado dedo un anillo color dorado brillante.

Finalmente y cerrando por última vez sus ojos, Jonás abrazó a Clara y dijo con suavidad:-¿Podrías hacerme el hombre más feliz del mundo?… anda… si aceptas… estaré a tu lado… para siempre…

 

Alan Creeper-

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