Poemas

Insolentes almohadas

Vos me decías

que querías mudarte a la casa de la isla

y que ansiabas la llegada de olores arrebolados.

Reclamabas lapiceras para garabatear poemas,

rincones para soñar y llorar a gritos.

Pedías que no falten mariposas embarazadas

ni sembradíos de caricias o neblinas reveladoras,

botellas vacías desperdigadas,

manzanas que inciten al pecado,

camas donde nuestras desnudeces floten

y lenguas encarnadas en rosales.

Demandabas insolentes almohadas que interpelen

melodías incrustadas en los techos

y vestigios triunfantes de un ritual de espasmos.

 

Mientras vos seguías con tu manifiesto de imágenes

yo tenía una precaria certeza:

mi única casa era tu cuerpo.

 

Juan Carlos Rodríguez-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *