Seguramente faltó saber
que anduvimos largo tiempo
sobre la superficie leve de las cosas,
y no nos tomamos en serio,
porque nos seducía la risa,
nos atravesaba el champán.
Hagamos este ejercicio de inquietud.
Vayamos a ese mágico espacio
donde todo tiene su consecuencia.
Hablemos de episodios reales,
contemos nuestras derrotas.
Entremos a ese paraíso
donde reina el temblor de tu muslo
donde se declara derrotado el anochecer
sabiendo que luego hay noche para rato.
Juan Carlos Rodríguez-