el tedio horadar del viento
sobre existencias puras
inmóviles
como catedrales del diluvio
rugen penetradas en su talla
en su altura
aquélla que se levanta
de su propia manifestación
múltiple en el andar de su silencio
los altares muerden a perpetuidad
su magia
y la arrojan lejos
donde los tigres
desayunan con los dioses
qué magnífico sería escuchar sus voces
a pleno farallón
para saber si somos soñados
en su siesta.
Sergio Pravaz-