Sentada, percibo su aroma,
me sumerjo en el Andantino
del concierto en do mayor
que brota de esta tarde solidaria.
La flauta erige en su boca,
tranquila y lejana, una cadencia
de evocaciones honestas.
Voy acariciando las cuerdas prodigiosas
del arpa mozartiana,
emulando las manos
que pintaban sinfonías
sobre mi rostro dormido.
Así, me pierdo en los ocasos
que esconde tu recuerdo.
Y con el diálogo amoroso
que expande melodías
hacia el futuro pendiente:
Me arraigo en los paisajes
de dulzura interminable.
Carol Granados-