olvidé mi nombre
y las esquinas del barrio
donde los muertos eran sólo a cebita
éramos miles y más que eso iguales
una bala de plata en los bolsillos
crecía concomitante al sol
y de tus ojos ocasos como espadas
de noche el dolor
y el eco que lo habita aun sórdidamente
en la misma oscuridad candente
el himen de las niñas diligentes
que juraron obedecer
al naufragio de sus vestidos
Orlando Valdez-