Poemas

Uno se acostumbra…

Uno se acostumbra

al límite del papel,

dónde empezar y dónde termina,

hasta que un día…

después del papel

siguió escribiendo

sobre el mantel donde desayunó,

en la pata de la mesa,

en el piso de todos los días

lleno de huellas,

y un poquito se fue

para el propio dedo gordo,

salió a la calle

y pudo dejar palabras cerca del sol

atrapar otras y pegarlas en un árbol,

siguió escribiendo…

en una mejilla que pasaba en bicicleta

en los ojos profundos de un perro

en un par de alas, cargadas de silencio

y así…

entendió la poesía.

 

Alfia Arredondo Orozco-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *