Si pudiéramos contemplar el cielo
azul y primoroso.
O gris anunciando tormenta.
Si pudiéramos contemplar las aguas
tranquilas de un lago,
la caída preciosa de una cascada.
El rumor de la sierra, el susurro del mar,
transitar por las calles bulliciosas o silentes.
Tomados de la mano,
sin importar prejuicios y temores.
Podríamos alcanzar el sol.
Oneyda Cruz Pérez-
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