Poemas

Con la vida en un hilo

La mujer de negro se levantó del sillón, dejó el tejido sobre la mesita y miró -a través de los visillos de la ventana- la calle desierta. “¿Cuánto tiempo había pasado desde que él se marchó? ¿Dieciocho años?, quizás veinte… ya no lo recordaba.” Volvió a su tarea: un derecho y un revés, un derecho y un revés…

De pronto, sintió que los dedos se le amortiguaban y las agujas cayeron en la alfombra. Un dolor impreciso se apoderó de su cuerpo; se acurrucó en el sillón y un profundo sopor la invadió. Tuvo un sueño extraño: sus brazos y piernas se multiplicaban y todo su cuerpo se cubría de una oscura vellosidad. Se despertó sobresaltada con los golpes en la puerta.

– ¡Querida, soy yo, he regresado! Penélope, ¿dónde estás?

Al entrar a la sala, Ulises sintió que un hilo invisible lo envolvía con fuerza, alzándolo hasta el cielorraso. Quiso gritar, pero la hebra de seda le oprimía la garganta. Una sombra fugaz se deslizó por el muro y en un beso de bienvenida lo devoró.

 

Rosa Beatriz Valdez-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *