Hieren los rayos del sol
el cristal de la mañana,
se ilumina la sabana
y canta alegre el sinsonte,
mientras se despierta el monte
bajo un cielo de oro y grana.
Así es, en tierra cubana,
el amanecer de hermoso,
luego un cielo esplendoroso
y una mañana radiante
donde el sol, como un brillante,
esparce un haz luminoso.
Henchida de sano gozo
y dulcísimo placer
contemplo este amanecer,
que es de belleza sin par,
cuando el verde del palmar
retrata al sol, al nacer.
Roselina Julieta Batista-
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