Poemas

Una naranja

El cuchillo recorta circularmente la naranja

bajo su cáscara.

Hace correr el jugo entre el filo y la pulpa,

marcando el cauce de un camino líquido

que rodea a la fruta para venirse a tu mano.

Viéndote ejecutar esa maniobra, pienso que

algo terrible ocurriría con mi corazón

si tu apetito cayera en desgracia.

Ese movimiento giratorio, ese descascarar

en crudo para llegar al brillo de la pulpa,

daría con la parte más débil de un hombre

y la desnudez de su sangre brotaría hasta

manchar sus ojos de la manera más vergonzosa.

La diferencia la marcaría el ángel que mueve

tus manos.

Porque la fruta gira entre tus dedos para que

su carne se abra por entero a la luz.

En cambio, un corazón se pudre si no se lo corta

en el momento preciso.

Queda dudando lejos, cavado en una ruina oscura,

a treinta y cinco centímetros por debajo

de la boca.

 

Ricardo Miguel Costa

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