No te importa que acabe un claro día
sin que nadie de ti sepa una cosa:
que has pasado y tu paso no se oía,
silenciosa.
Has pasado con un gentil talento
e invocabas aplausos merecidos.
Has pasado, tu paso leve y lento
no hizo ruidos.
Con sus dulces y anónimos favores
frescos frutos del árbol han crecido.
Aunque nadie conozca sus sabores
han caído.
No te importan jamás a ti tampoco
los elogios de un mundo degradado,
aunque nada se sepa o aunque poco
has pasado.
Las envidias del ego no te atañen
ni te tienta la gloria voluntaria,
nunca dañas aunque siempre te dañen,
solitaria.
Yo te amo, y tú también lo haces,
tu manera de amar la vuelvo mía:
aunque nunca en la vida lo notases
te amaría.
Nadie oía tus pasos cuando viendo
los disturbios pasabas sigilosa,
nadie supo que tú te estabas yendo
solitaria, silenciosa.
Alejandro Marzioni-