Aúllo rencorosa a tanta luna.
Vuelvo los lomos a mi oscuro escondite
de diosa adormecida.
Envilecida, la luna,
me envuelve en sedas blancas
de rayos sin planetas.
Quiere llevarme a su santuario
de sangre y sacrificio.
Prevenida
en mi prudencia, escapo.
Si hay un combate
de tiempo sobre el cielo,
quiero que el sabio
me convierta en luna;
que yo sobreviva y ella muera.
Alicia Duo-