a Javier Viveros
Cosecharás lo que sembraste, amigo.
De cuando en cuando siembro las palabras,
cosecho rojos versos en estío.
También es verso el beso enamorado,
la boca entreabierta junto al vino,
la queja que se fuga de la jaula.
Escribo persistente sobre el río,
los cuerpos, los espejos de la casa.
Yo fui una niña que soñaba trinos,
el piano ajeno, ciervos en huida,
colinas y columpios infinitos.
Aquella niña se quedó dormida.
No la despierten. Callen su ruido.
Yo sueño tantas noches que me crece
una poesía de ojos grandes, fijos.
Delfina Acosta-